miércoles, 12 de marzo de 2014

Todos los síes


Fuimos en las altas cumbres.
En los bajos fondos.
En los milimétricos hipocentros de todos los seísmos. Fuimos.

Fuimos sombras chinas para gente imbécil.
Luces tenues, luces cegadoras, luces intermitentes.
Voz cantante de todos los amantes. De todos los del magnánimo mundo. Fuimos.

Fuimos miedos vencidos. Y miedos por vencer, que volvieron sobre sus pasos.
Fuimos lucha incansable.
Fuimos pura felicidad. Así, sin más pronombres, ni adverbios de lugar o de tiempo.

Fuimos el sol que nacía, para ser más tarde el sol que se dormía.
Y fuimos las lunas más bonitas, las mejores playas, los remotos rincones de todos los países que pisamos.
Fuimos en todas las personas que nos cruzamos.

Fuimos en secreto y a gritos.
Fuimos en las noches incansables de mágicos desvelos.
Fuimos también en nuestros sueños.

Fuimos todo, absolutamente todo lo que quisimos.
Fuimos todos los síes.
Todos los besos.
Todas las risas.

Fuimos tantas cosas. Tantas que no caben en las palabras inventadas. Tantas que no caben en los sacos que lleno de recuerdos. Tantas que no caben en el futuro que todavía no tengo. Tantas que no me caben aquí dentro.


sábado, 1 de marzo de 2014

Hímero


Sí, fue sencillo.

Pero no tan simple como creía.


Fue bonito.
Tanto, que es más de lo que pueda soportar sin tropiezos.
Tanto, que podría querer y querer. Más y más. Sin límite.
Tanto, que podría convencerme yo misma de ser otra persona. Vivir otra vida.


Vivir otra vida. Contigo y sin ti.

Vivir de los desahucios de la carne conquistada.
Vivir de los suicidios de todas mis palabras.
Vivir del embrujo de sentirme reventar, del vicio de implosionar.

Vivir de la lujuria vital.

Vivir de la lujuria vital.

miércoles, 26 de febrero de 2014

En flor

Tardé largo rato en comprender.
No me di cuenta de lo que intentabas decirme.

El miedo se apoderó de mí y no pude dormir.
Sentí que te perdía aunque no lo había dicho nadie.

Y tú seguías en silencio y yo no podía callar el vértigo de asomarme a las dudas que engendraron en mí tus dedos.

Y aún así ninguna dijo nada y la noche se fue alargando hasta ceder y someterse.

No hubo respuestas ya, ni fines ni principios que respetar.
No hubo nosotras que inventar aunque sólo fuera en sueños, o en lugares secretos.

No hubo primavera porque aún era febrero.




Pero no.
No se han acabado los días de primavera, si ni siquiera han podido llegar.

Seamos las primeras flores, seamos los cerezos que cada año vuelven a dejarse provocar.

Porque lo hacemos tan bien, amor.
Porque lo hacemos tan bien, que si no somos tú y yo nadie podría hacerlo.

Seamos la explosión que el mundo necesita para ser un lugar mejor.
O las ilusiones hechas realidad en un momento de desconcierto, o la orilla donde refugiarnos y ser libres cuando nos persiga el tiempo.

Seamos tú y yo la primavera.

sábado, 15 de febrero de 2014

Lo que no esperas

Creo que no me da miedo tocarte hasta quererte porque ya te quería antes de dejarme envolver por tus caricias.
Creo que mis manos se han convertido en una extensión de lo que las palabras ya no alcanzan a acertar, porque nunca pudo ser la palabra la cosa misma.

Y sólo las manos, los ojos, las lenguas o las piernas pueden ya hablar para contarte a ti lo que pasa entre dos cuerpos que dos almas que se aman habitan.

Y será el amor más sencillo que haya sentido jamás, sin reproches ni ataduras, por primera vez en esta larga vida. Sin más pesar por la distancia que la distancia misma. Puro de puro desegoísmo.

Y cuando se acaben las caricias quedará el amor por siempre, y por siempre nos querremos así.
Así de bien, así de sencillo, así como antes de que los cuerpos también se amaran.

sábado, 24 de agosto de 2013

La lenta marcha del olvido

La primera vez que nos tocamos no se me olvida.
Inocente, ignorante, inconsciente.

Y de repente, irremediablemente inundada.

Grabados en mi memoria los instantes como fotogramas inolvidables. Cada caricia primera en cada primera parcela de piel acariciada por tus dedos. Cada suspiro tras cada roce inesperado, cada mirada suplicante ante el espacio entre los cuerpos.
Primero mi mano en tu brazo y tus labios en mi cuello, susurrándome.
Después tu mano en mi nuca y mis dedos en tu mejilla, curándote.

Y de ahí al abismo, a ciegas.




La última vez que toqué tu piel no consigo recordarla.

Tantas veces te toqué como si hubiera de ser la última, convencida hasta el absoluto de que no habría una más. Tantas veces te perdí sin perderte, te abandoné sin abandonarte, renuncié a ti sin poder renunciarte. Tantas veces asumí el no que yo misma proyectaba en los ángulos cóncavos de nuestros encuentros secretos. Tantas veces viví el desgarro del fin del nosotras que tú soñabas en voz alta y que yo imaginaba en secreto.
Que ya no sé dirimir cuál de todas fue la última de verdad. Cuál de todas fue la que rompió algo tan débil, tan pequeño, tan adentro, que no tiene nombre y que jamás se recompondrá.

Amalgamados en el vacío atemporal de donde surge mi melancolía.


Porque lo roto, roto quedará por siempre. Allá donde estés y allá donde yo me encuentre.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Desenredando consecuencias erróneas

No sería capaz de ubicar en el tiempo el momento en que dejamos de hacer el amor y empezamos a follar.
Ni siquiera tengo la sensación de que eso pasara.
Más bien me parece que es algo que tú querrías creer para hacerlo más sencillo. Y que yo me vi abocada a creer.

Sí sé que desde algún instante inexacto y difuminado empecé a llorar cada vez que nos tocábamos con ese ansia animal. Y tan dulce.
Y recuerdo que dolía, que no quería hacerlo nunca más. Pero no quería parar. Nunca quería parar.

Era necesario e inevitable. Era naturaleza desgarradora reclamando lo que le pertenece. No se podía parar, ni evitar, ni censurar.
Toda yo era para envolverte y conquistarte entera. Toda yo era para entregarme a tus manos y a tus piernas. Y a tu boca.

Nunca, jamás follamos.

Hicimos el amor más veces de las que podremos contar. Incluso sin quitarnos la ropa, incluso sólo con abrazarnos, hicimos el amor.
Contigo como con nadie. Lo reconozco.
Conmigo como nunca antes, ni después. Reconócelo.

Siempre hicimos el amor. Porque eso era lo que hacíamos al entrelazar las manos, al clavar las rodillas, al esconder los dedos, al gritar nuestros nombres. Eso era lo que hacíamos al sudarnos, al empujarnos contra las paredes, al tirarnos del pelo, al perseguirnos las lenguas.

Siempre hicimos lo que siempre fuimos.

viernes, 26 de abril de 2013

Sin salir de casa

No nos hace falta salir de esta casa porque dentro tenemos todo lo que hace falta.
Las pizarras y las copas de vino susurran palabras de amor.
Tus brazos son el abrigo de las tardes que amenazan lluvia.
La levedad con la que te deslizas aquí y allá para hacerme feliz desde cada rincón, desde cada acción.
Lo preciosa que eres cuando nadie te ve.
Cualquier canción es la banda sonora perfecta de lo que nos ocupa.
La sencillez arrolladora de nuestra alianza en tu mano.
Ver películas que nadie conoce en este sofá, bajo la manta naranja.
Planes ideados lenta, sigilosamente entre las paredes que nos ven dormir y despertar.
Amor suspirado en cada esquina.
La suavidad de una vida vivida intensamente, un segundo tras otro, junto a ti.