martes, 18 de septiembre de 2012

Labrum

Volver a ser viento en las lomas perennes.
Volver a volar sobre los alpinos prados verdes.

Volver a dolerme sólo por ser humana.
Volver a pararme sólo por incapaz, por derrotada, por agotada. Y nunca más por la cojera injusta.

Volver a no poder. Y dejar de no deber.

Se me clavó el engaño, la mentira en esta débil cadera mía.
Se me clavaron los errores y los dolores, antes aquí que en ningún otro lugar. Y sólo aquí permanecen.

Basta.

Correr de verdad, sin reservas, sin rumbo, sin mirar. 
Lanzarme como antes, a lo loco, y ser más rápida que la caída que aguarda a cada paso. Conseguir que los pies escapen del suelo antes de poder ser capturados. Ser más veloz que la gravedad. Corregir el movimiento inexacto antes de que ocurra y ver dónde van mis piernas diez metros más allá.

Subir a ciegas. Subir a ahogos. Subir a cuatro patas.
Y ver rodilla y pie, rodilla y pie, rodilla y pie.
Y poder sólo pensar en rodilla y pie, rodilla y pie, rodilla y pie.

Y olvidar ya, por fin, que en un rincón muy profundo de este cuerpo se esconde el veneno que hizo marchitar las alas que aún hoy luchan por rebrotar. 

Olvidarlo todo. Volver a ser viento en las lomas perennes.