sábado, 15 de febrero de 2014

Lo que no esperas

Creo que no me da miedo tocarte hasta quererte porque ya te quería antes de dejarme envolver por tus caricias.
Creo que mis manos se han convertido en una extensión de lo que las palabras ya no alcanzan a acertar, porque nunca pudo ser la palabra la cosa misma.

Y sólo las manos, los ojos, las lenguas o las piernas pueden ya hablar para contarte a ti lo que pasa entre dos cuerpos que dos almas que se aman habitan.

Y será el amor más sencillo que haya sentido jamás, sin reproches ni ataduras, por primera vez en esta larga vida. Sin más pesar por la distancia que la distancia misma. Puro de puro desegoísmo.

Y cuando se acaben las caricias quedará el amor por siempre, y por siempre nos querremos así.
Así de bien, así de sencillo, así como antes de que los cuerpos también se amaran.

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