jueves, 20 de septiembre de 2007

Aprender a correr

Tuve por un tiempo la esperanza (idiota) de que no fueras tan predecible como parecías, como me habían asegurado. La esperanza de que después de mí y de mis golpes no volvieras al camino errado del que venías.
Llegué a pensar que podías prescindir de esa heroína que te anula, que resta credibilidad a tus palabras y valor a tus contadas acciones. Esperé que tuvieras la valentía necesaria para empezar por fin a caminar sola.

Tengo que confesarte que de todos modos la sorpresa no fue tal.
Mejor mal acompañada que sola...

La marcha atlética es para los cobardes.

No hay comentarios: