martes, 18 de septiembre de 2007

8 horas de mimi

Cuando me he levantado de la cama, a las cuatro de la tarde, y he subido la persiana, me ha parecido de muy mala educación que el invierno se haya presentado así, sin avisar y sin pedir la opinión a nadie.

Pero el amor tiene estas cosas... Que uno nunca puede enfadarse tanto como quisiera con aquello que ama. Y he salido al jardín a recibir el preludio de las temperaturas bajas, de los días grises y las mañanas blancas.

Dormir me gusta lo justito, tumbarme en la cama me parece perder el poco tiempo que tenemos, pero cuando el paje del nuevo invierno ha tocado mi piel me ha invadido una melancolía casi asesina. Tres horas me ha llevado vencer el vacío y ponerme en pie.

Ahora que soy casi consciente de que estoy viva voy a bajar al pueblo a comprarme una agenda, porque desde Junio ando más perdida que nunca y tengo que comprobar que realmente es por culpa de este amor desnaturalizado, y no porque no tenga dónde apuntar mis quehaceres.
Daré unos días de margen a mi intención de organizar mis tareas, y cuando tenga las respuestas que busco sabré qué hacer con la niña que me quita el sueño a ratos.

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