miércoles, 12 de mayo de 2010

Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos

Pablo Neruda

Se marcharon muy despacio, sin hacer apenas ruido, o sin que yo apenas supiera ya escuchar.
Cuando me di cuenta de su ausencia no me pareció mal, no me sentí traicionada, ni traidora.

Nunca se han ido, pensé. Es una transformación, un suspiro. Ya volverán.

Y vuelven, están volviendo.
Empiezan a perseguirme ya en sueños, me asaltan en mitad de mis lecturas, me invaden el pensamiento cuando veo cosas que nunca pensé ver. Puede que no sea tan fuerte, y puede que no se trate de ser fuerte.

Se están amontonando a las puertas de tus ojos, siempre dispuestos a escuchar lo que de mí están viendo, desorganizadas, perdidas y asustadas, porque saben que se me olvidó ordenarlas y hacerlas bellas, y sacarlas y desprenderme lo justo de ellas. Siempre lo justo.

Paciencia. Dame tiempo de volver a aprendrer, o de resurgir, o de renacer otra vez. Y al final siempre soy la misma historia, no sé qué sigues viendo aquí. La misma loca encubierta que tenía muy pocos años y te hizo mucho daño cuando te besó por primera vez.

En ti acaban todas, niña dulce... Aunque haya mil cuerpos y mil almas más que tú, antes que tú y después de ti. Aunque no hablen de ti, ni sean tuyas, ni las entiendas, ni te importen quizás; en ti acaban todas.

1 comentario:

niña de azucar dijo...

siguen siendo palabras de esas que te agarran fuerte. chupito de salfumán doble por favor.