martes, 27 de noviembre de 2007

Weisnais, por ejemplo

No sé qué hacer con el tiempo que se me escapa ni con el que me falta.
No sé si llamar a la niña que siempre es bienvenida para volver a recordarle que aunque de otro modo, sigo aquí para ella.
No sé tampoco por qué razón te cuesta tanto hacer las cosas un poquito bien. Ni sé por qué motivo andamos cada dos por tres así, desnaturalizando cosas.

Los nombres ya no son los nombres, son otras cosas que ni siquiera soy capaz de reconocer, y nada tiene sentido.

Y tengo sueño pero no duermo. Y llevo alguien dentro que no deja de comer. Y sólo pienso todo el día en correr y correr. Luego me duele pero yo nunca paro, porque no me sienta bien. Y sigo corriendo y cuando llego a casa me mareo y tengo mala cara. Ducha, leche, ropa limpia, y verte.

A veces me pregunto por qué te querré tanto... Con mis amigas, cuando te portabas tan mal, jugábamos un "quéteaporta" para desbancarte. Nunca ganaste...
Sin embargo aquí estamos... En realidad sí ganas, aunque no sé por qué.

Sin relojes para escondernos, o secuestrarnos, así quiero verte. Dudo que a tí te parezca una prueba de fuego, no lo es. Es un regalo, grande.

Es un regalo grande y verde. Y un cumplimiento parcial de unas promesas gordas que siempre tenemos presentes. Y que algunas cosas las haces mal porque sí y punto, pero tienes unos ojos tan sinceros...

Te esperaré en tu segundo coche, con paciencia... Y que vengas para no irte más.

No hay comentarios: