miércoles, 21 de septiembre de 2011

Avanzadilla

Mareada; De las vertiginosas vueltas que da la vida.

Y que si no te tuviera, me caería tan abajo... Tanto...
Porque tú me tienes tan recogidita entre tus brazos... Tanto...

Estas alas en mi corazón descerebrado, que son reclamo y condena de tu amor incondicional, no dejan descansar a mi susto de perderte algún día, el menos pensado.
Pero ahí están. Como mis piernas nerviosas, como mis ojos pequeños, como mis manos torpes y mis ataques de risa. Como todas esas cosas que tanto te gustan.

Y tanta culpa arrastrada, pesada, saturada, me hace volver la vista siempre atrás. Ya veo que empiezo a caminar viejos senderos y por más consciente que soy del error, por más que siento correr el aire que deja tras de sí el guantazo que me espera, allí voy.
Idiota recurrente. Cabezota.

Incapaz de convencerme de que quienes merecieron tales esfuerzos se quedaron aquí pagando el precio de la pérdida. Que aguantaron chaparrones de dolor porque vieron más allá y valió la pena esperar. Mis niños dulces.

Quise tanto y tan fuerte rozar otra vez tu piel, besar tus labios de vestiduras inocentes, perseguir tu olor en todas las esquinas. Pude llegar a amar tanto ese temblor de florecilla pequeña y débil que sentía recorrer tu cuerpo cada vez que nos acercábamos, que me parece que no sé dejar de excusarte. Aunque sepa que no tienes excusas.

Son estas malditas alas en mi corazón descerebrado.
Pero ahí están, como todas esas cosas que tanto te gustan.

2 comentarios:

niña de azucar dijo...

aiss...puedo darte un abrazo?muaaks

Duende Gris dijo...

Siempre!!! Muaaaaa