Hace frío y, afortunadamente, empieza por fin a hacer un poco de sueño. Ya son cuarenta las horas con los ojos abiertos que cargo en la mochila secreta, y dormir un rato sería un perfecto regalo antes de coger un avión a Roma.
Hoy lloré. Esta tarde, cuando me despedí de mi amiga/o. Lloré porque me pareció que este amor peligraba, otra vez. Tan joven y tan débil... Lloré poco, puede que sólo un par de canciones, pero me dolía.
Y esta noche, sin tacto, sin mirarme a los ojos, sin romanticismos, sin pretextos, me dices que viva contigo...
Me estás empujando a la locura, no creas que no me doy cuenta.
Y lo que pienso es que tu corazón padece algún trastorno bipolar y psicópata que pretende descaradamente acabar con mi frágil cordura.
Sé a dónde quiero ir, lo veo al final del camino, me voy acercando, voy hacia allá. Si te unes a mí, si caminas a mi lado, si vienes hasta allí conmigo y quieres quedarte, serás absolutamente bienvenidísima.
Si, por el contrario, te desdices como de costumbre, no te sigo más.
Te toca a ti.
No te sigo más, mi vida...
jueves, 27 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario