Las dudas que te visten se me antojan futuros errores.
Las dudas que me visten me parecen nuevos dolores.
Desnudémonos en palabras, caricias y miradas y engañemos así al destino.
Y que ese engaño dure diez días o diez años, o tanto como queramos.
Y pongámosle un nombre.
Llamémosle, por ejemplo, amor.
lunes, 9 de abril de 2007
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